Martin Scorsese logra concretar un proyecto que le llevó 30 años, el resultado no podía ser mejor.
La neblina cubre el mar, la balsa atraviesa la madrugada sin romper la tensión, anunciando las dudas del territorio desconocido, preparando el momento en que será mejor guardar silencio.
Es el siglo XVI, dos sacerdotes jesuitas emprenden la travesía de Portugal a Japón para encontrar a su mentor, se rumora que ha renunciado a sus creencias, el viaje será peligroso, pero no más que el que está por suceder en su interior.
Lejos del cine criminal que caracteriza al director italoamericano, con está película indaga en una faceta un poco menos explorada, la espiritualidad. Si bien no es la primera vez que se adentra de forma crítica en temas religiosos, basta recordar la polémica La Última Tentación de Cristo, en esta ocasión busca el cuestionamiento, de los personajes, de la audiencia y da la sensación de que principalmente en él mismo.
Además de la dirección sin falla de Scorsese, destaca la actuación de Andrew Garfield y la exquisita fotografía de Rodrigo Prieto.
En cierta forma contemplativa, acorde al ambiente de Japón, esta cinta nos hace reflexionar en temas que van desde la moral, los principios, el colonialismo y la religión, las respuestas están en cada uno, el silencio es otra opción.