Una película para mirar y sobre el mirar, mirar con atención, mirar de cerca, mirar a quienes no acostumbramos mirar, mirar los detalles.
Y es en los pequeños detalles del trabajo cotidiano, que nos perdemos en la vida de Eve (Evelina), la camarista de un hotel de lujo en la Ciudad de México. Esa vida está hecha de detalles, no de grandes momentos, detalles que deja y encuentra en las habitaciones que limpia y ordena, detalles mínimos que construyen la realidad de muchos de los trabajadores invisibles de las grandes metrópolis.
¿Qué pasa cuando esos detalles que construyen su día a día comienzan a desmoronarse?
La ópera prima de Lila Avilés se arma con paciencia y pocos recursos, pero bien utilizados para contar una historia hipnótica que nos llena de conciencia y reflexiones, alejándose del retrato típico de la clase trabajadora.
Los encuadres cerrados, nos adentran en la cabeza de Eve y logran que nos sintamos profundamente identificados con lo que la protagonista está viviendo.
En definitiva La Camarista, como debut de su directora, se convierte en un evento que pocas veces tenemos la oportunidad de ver.