El poder de una historia atemporal.
Sucede como en las películas, hay momentos que van marcando cada etapa de nuestra vida, sucesos que nos cambian para siempre y se vuelven simbólicos, como sacramentos.
Moonlight (Luz de Luna), es el poderoso viaje de un introvertido personaje en tres momentos de su vida, Little (de niño), Chiron (de adolescente) y Black (de adulto).
El auto descubrimiento, la lucha interna por la aceptación, los tabúes de la sociedad, las marcas de los prejuicios, la búsqueda de la felicidad. Una perfecta representación a cargo del director Barry Jenkins que se aleja de los estereotipos y chantajes con naturalidad, realismo y elegancia, dando pasos firmes para entrar de lleno en una industria que rara vez voltea a ver a las minorías.
La fotografía naturalista, los diálogos realistas y las actuaciones poderosas colocan a esta película entre las mejores del año.
De esta delicadamente balanceada pieza, ningún elemento destaca sobre otro, todo está puesto en función de la historia, si habría que mencionar algo, es tal vez la música a cargo de Nicholas Britell.
Sucede como en las películas, no queremos volver atrás, queremos escapar del pasado, pero el pasado nos persigue, nos condena y nos redime.