Más fuerte que las bombas

Más fuerte que las bombas

¿Podemos ayudar a otros a sanar cuando nuestras heridas aún duelen? 

Isabell nos mira directamente, su rostro inexpresivo contrasta con la profundidad azul de sus ojos, unos ojos que han visto más de lo que pueden contar, que reclaman el consuelo que nunca podrán tener. A veces bastan unos segundos para entender una vida.

El tercer largometraje del director noruego Joachim Trier irrumpe en la cartelera de Hollywood abriendo un espacio de reflexión sobre la muerte, el amor y la ausencia, que a pesar de su elenco y locaciones en Nueva York, tiene ritmo y factura más cercanos al cine europeo.

Isabell es una exitosa fotógrafa de guerra que después de un accidente automovilístico crea un vacío entre las dos facetas de su vida, la pasión por su trabajo y su familia. La historia es como un mosaico que está presente todo el tiempo y todo el tiempo podemos contemplarlo completo, pero que para entenderlo debemos prestar nuestra atención a cada una de sus partes y detalles.

El director crea un interesante juego de coincidencias en el que Isabell es interpretada impecablemente por Isabell Huppert, mientras que Gabriel Byrne interpreta a un actor poco exitoso en retiro, son esos fragmentos del mosaico los que van hilando una historia contemplativa que nos dice más en el subtexto que en la superficie.

El elenco se complementa con el popular Jesse Eisenberg y el talentoso joven Devin Druid, cuyo personaje debe lidiar con la ausencia de una madre y los conflictos de un adolescente americano promedio.

«Más fuerte que las bombas» es una cinta que destaca por su manufactura elegante y su capacidad para hacernos reflexionar.

 

 

 

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