Viendo al mundo desde la extraordinaria distópia.
Francia tiene una larga tradición en el cine de animación, basta con repasar títulos recientes como Mi vida como calabacín, La tortuga roja, o bien la inolvidable Las trillizas de Belleville. El título que hoy nos ocupa no es una excepción en cuanto a la calidad y factura a la que nos tienen acostumbrados.
Abril y el mundo extraordinario (Avril et le monde truqué) es una cinta que nos llega tarde, ya que está fechada en el 2015, su estreno en nuestro país es algo tan extraordinario como la historia que le da título a la película, dadas las condiciones actuales de distribución y exhibición que nos aquejan.
Basada en el universo gráfico del historietista Jaques Tardi, la historia se ubica en un París alterno de 1941 en el que se han detenido todos los adelantados científicos, al grado que sigue estancado en una era del vapor.
Este es sólo el contexto al que la inteligente y aventurera Abril tendrá que enfrentarse para reencontrase con sus padres y darle un nuevo destino al mundo.
Los directores debutantes Christian Desmares y Franck Ekinci, hacen una extraordinaria labor, sobre todo al no subestimar a la audiencia, ni adultos ni niños son tratados como ingenuos a los que hay que explicarles todo, al contrario, los magníficos cuadros que conforman cada escena cautivan con una inteligencia que atrapa y nos ayuda a resolver los misterios a los que se enfrenta la protagonista.
Destacan el estilo impecable de animación y la cuidada construcción de la historia y personajes.